La ansiedad supone una gran inquietud para quien lo padece junto a una intensa excitación y una extrema inseguridad. Existe un grupo de factores que puede estar contribuyendo como la genética, la química del cerebro, la personalidad y sucesos de la vida.
La ansiedad suele tener unos síntomas comunes y dependerá del estado como se encuentre en ese momento podrá sentirse con nerviosismo, agitación, temblores, sudoración, etc.
Los síntomas de la ansiedad a veces no se ven tan claros en los infantes, puesto que algunos pueden decir que están ansiosos pero otros lo reflejan por otros signos:
· Miedos y preocupaciones recurrentes sobre partes de las rutinas de todos los días.
· Cambios de comportamiento, tal y como la irritabilidad.
· Evitar ciertas actividades, la escuela o interacciones sociales.
· Baja en las calificaciones o evasión de la escuela.
· Problemas para dormir o concentrarse.
· Uso de sustancias u otros comportamientos de riesgo.
· Quejas de problemas físicos, tales como fatiga, dolores de cabeza o de estómago.
El objetivo no es eliminar la ansiedad y tampoco evitar cosas que la generen sino ayudar a manejarla. Permitiendo expresar expectativas positivas pero realistas, respetando sus sentimientos sin reforzar los temores.
Ayudar a los infantes a adaptarse y enfrentarse a las adversidades de la vida diaria les permitirá sortear nuevos retos. Mediante estrategias de superación y destreza como la resiliencia favorecerá la base de estabilidad futura como adultos.
La terapia emocional cognitiva conductual se centra en lo que el niño siente, piensa de su miedo y actúa en consecuencia. La exposición a situaciones temidas mediante un dialogo interior positivo junto a estrategias de relajación, como la respiración profunda favorecerá la distensión de los músculos calmando la ansiedad.
Vive! Siente! Ama!
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